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La misión de Pinterest es «conectar a todos en el mundo, a través de cosas que encuentran interesantes».

Pinterest es una red social nacida en 2010 que permite a sus usuarios compartir imágenes y vídeos, así como crear y administrar tableros. También lo pueden utilizar con la finalidad de buscar ideas e inspiración en los tableros de otras personas, así como hacer “re-pin” a sus imágenes, comentarlos o darles a “Me gusta”.

Se trata de una red social de carácter colaborativo, que recuerda en cierta manera a un tablón donde poder exponer sus intereses, gustos y hobbies a través de imágenes digitales.

Tablero temático: Novias

Partiendo de la total libertad que los usuarios tienen para crear tablones y coleccionar las imágenes que deseen, podemos afirmar que la posibilidad temática de los tableros llega a ser infinita: dulces, moda, viajes, dibujos, decoración, manualidades, recetas, deportes, bebidas, literatura, cine, aire libre, animales… o temas inimaginables.

Además, según el carácter de privacidad que presentan podemos clasificarlos en tres tipos: 1. Públicos, si cualquier persona tiene acceso a ver nuestro contenido, así como poder compartir uno de nuestros Pines (imágenes), darle a “Me gusta” o darle a «re-pin”; 2. Privados, por los que su contenido estará protegido y únicamente tendremos acceso a su contenido nosotros; 3. Colaborativos, es decir, un tablero grupal donde todos tendrán pleno derecho a editar o ampliar el contenido añadiendo pines.

Pero es más que una mera red social,  ahora es una nueva forma de comercialización. Diversos negocios, así como grandes empresas, han visto en ella una vía para llegar a posibles clientes potenciales, una forma de promover sus marcas y servicios de una manera muy sencilla.

Para ello tan solo deberán compartir imágenes que sean atractivas visualmente, propiciando que los diversos usuarios de la red sientan interés en ella y la compartan o comenten, dándole así más visibilidad entre sus seguidores. Las imágenes deben estar enlazadas a la página web de la empresa, de manera que cuando el usuario haga click en la imagen los redirija a ella y puedan informarse sobre el producto, incluso realizar la compra directamente.

Múltiples negocios disponen ya de su propia cuenta, como Mr. Wonderful, Red Bull, Decathlon ES., etc.

Desde hace un tiempo hay muchas páginas web (tiendas online, periódicos…)  que ya disponen del botón de Pinterest para enlazar la imagen que se está visualizando en ese momento a un tablón directamente, pero recientemente la red social ofrece la posibilidad de añadir este botón a la barra de búsqueda de Google.

Para acabar os dejamos el vídeo  explicativo que tiene la propia red social para darse a conocer:

¿Qué os parece este tipo de red social? ¿La habéis utilizado en algún momento? Lo cierto es que en varias ocasiones a mí me ha resultado útil para inspirarme o buscar ideas para determinadas cosas (trabajos, regalos…), así que os la recomiendo.

Audiovisual + Web 2.0 = Producción colaborativa.

Aunando las posibilidades que nos ofrecen las licencias Creative Commons, el crowdfunding y el crowdsourcing, y aplicándolas al ámbito del cine nos encontramos con nuevas formas de entenderlo, de manera que incluso podemos hablar nuevas formas de producción cultural 2.0.

Todo tipo de cine es resultado de una colaboración entre personas, pero aquí el término “colaborativo” se ha de entender como la implicación del público y los fans en algunos procesos del desarrollo de la película.

Life in a day, proyecto de 2010 (apadrinado por los hermanos Ridley y Tony Scott y Youtube, y dirigido por Kevin MacDonald) en el que cualquier persona podía enviar un clip de vídeo durante el día 24 de julio de 2010, para montar un documental sobre cómo es un día en la Tierra. Se recibieron más de 4.000 horas de vídeo, y el resultado fue este: Life in a day.

Otros proyectos similares son los que surgieron en 2009 con la colaboración de fans, en este caso de El Señor de los Anillos, gracias a los que pudieron salir adelante el largometraje Born of Hope (71 min) y el mediometraje The Hunt For Gollum (38 min), ambos inspirados en textos de Tolkien y con presupuestos de 25.000 libras y 3.000 libras respectivamente. El resultado: dos fan films financiadas mediante aportaciones privadas a través de la web (crowdfunding), sin ánimo de lucro y distribuidas directamente en Internet.

Por su parte, The Owner es otro proyecto de cine colaborativo, un largometraje en el que participaron 25 directores distintos, fue escrita de forma conjunta, rodada en los 5 continentes gracias a Internet, y estrenada en 2012 en proyecciones organizadas por los mismos cineastas.

En España se llevó a cabo la Wikipeli de Mahou, una iniciativa en la que se pretendía que cualquier persona pudiera intervenir en la creación de un cortometraje que, en su primera edición estaría dirigido por José Corbacho y Juan Cruz, y por Jaume Balagueró en la segunda. El lema era «Esta peli la hacemos entre todos», los usuarios participantes que hicieron alguna contribución monetaria se convirtieron en codirectores y podían participar mediante referéndums virtuales, aportaciones de posibles localizaciones, mini cástings o decisiones sobre el guión, el montaje, etc.

En la primera edición se realizó el cortometraje Universos (2009), en el que participaron más de 3.000 codirectores, y que contó con actores como Martin Rivas, Blanca Suárez, Joan Massotkleiner y Álex Angulo. En la segunda edición surgió Miedos (2010), con el apoyo de 6.034 internautas y la colaboración de Mario Casas, María Castro y Macarena Gómez.

Por último, hacer mención a plataformas que facilitan la producción colaborativa en el ámbito audiovisual, como Amazon Studios, que tiene un acuerdo con Warner Bros para producir los guiones e ideas que sean seleccionadas de entre las que envíen los usuarios; o hitRECord, fundada por el actor Joseph Gordon-Levitt, y que se presenta como una productora colaborativa profesional: la idea es que un proyecto presentado pueda ser mejorado con ideas de otros usuarios.

En definitiva, como muchos otros ámbitos, el sector audiovisual también se tiene que amoldar a las posibilidades ofrecidas por la web 2.0. La producción de cine colaborativa ya es una realidad y, si bien es cierto que el concepto de autoría toma aquí otro matiz, ofrece nuevas opciones a todos aquellos creativos que decidan probar suerte mediante Internet. ¿Os parecen interesantes y útiles estas formas de producción cultural paralelas a las tradicionales?

Muros virtuales: el papel de la web.

Estos muros son otra de esas herramientas colaborativas que ofrece Internet. Son la versión digital de los corchos, tablones de anuncios o murales de toda la vida y en esencia sirven para lo mismo, solo que en Internet, lo que ayuda a la participación de muchos usuarios a la vez.

Pueden servir para muchas tareas como aportar ideas, propuestas, conclusiones, realizar una lluvia de ideas, listas y llevar a cabo todo tipo de colaboraciones de manera instantánea.

Comparte las mismas ventajas que otras plataformas de este estilo: son fáciles de usar e interactivas, potencian la difusión de la información, son multimedia, ofrecen la posibilidad de hacer un muro público o privado y se pueden compartir.

Algunas de las principales herramientas de confección de muros colaborativos son:

Padlet permite crear muros de forma totalmente libre y abierta, está disponible en español. Se puede crear un muro sin necesidad de registro para probar la aplicación durante 24 horas.

Linoit solo está en inglés, pero ofrece muchas opciones y tiene su propia app gratuita para iOS y Android. Funciona sobre todo con post-it y la interfaz por defecto tiene el aspecto de un corcho, aunque se puede personalizar.

Mural.ly: ofrece un servicio gratuito para probarlo durante 30 días, pero es de pago. Ofrece muchas opciones que no permiten otras herramientas, como insertar documentos de Google Docs, PDF o presentaciones de Slideshare. Su funcionamiento recuerda a Prezi, ya que se puede establecer un itinerario de navegación por el contenido, además de tener la opción de presentación, que funciona con diapositivas.

Koowall cuenta con varias categorías según el grado de privacidad: Muros (libertad para verlos y editar), Paredes (libertad para verlos, pero requiere invitación para editar) y Tapias (totalmente privado). La interfaz tiene aspecto de muro, y se construyen de forma horizontal.

En definitiva, los muros colaborativos son recursos online que pueden tener muchas aplicaciones, siempre que se tenga un objetivo concreto. Ahora que las conocéis, ¿qué os parecen estas herramientas? ¿Os resultan útiles?

Wiki mapas.

Hace un tiempo tratábamos el tema de la escritura colaborativa con las wikis, hoy quiero retomar ese concepto de colaboración en línea para hablar sobre los mapas colaborativos. Estos mapas funcionan igual que una wiki, por lo que los usuarios pueden editar y eliminar, así como aportar nuevos contenidos, en este caso información sobre un lugar.

Existen plataformas como Google Maps, que permite crear tu propio mapa y compartirlo con amigos con la aplicación My Maps, y otras como Wikimapia o Wikia, que tiene una sección dedicada a mapas colaborativos.

→ La aplicación My Engine Lite de Google, también conocida como Mis Mapas (My Maps) se suele usar con fines más prácticos, como marcar rutas, actividades y sitios de interés para compartirlos con un grupo de amigos que también puedan editar. La función de compartir se lleva a cabo igual que otras aplicaciones de Google como Drive.

→ Wikimapia es un mapa interactivo editable. Combina la tecnología de Google Maps con un sistema wiki para que cualquier usuario pueda añadir información sitios de todo el mundo,  con el objetivo de realizar un mapa mundial libre, multilingüe y actualizado.

El principal inconveniente es la libertad que se le da al usuario para crear y editar, ya que en Wikimapia no hay supervisores, sino que son los propios usuarios los que, de forma anónima, corrigen. Por tanto, no se garantiza la ausencia de erratas.

← ¡Click!

→ Wikia Maps permite crear y editar mapas del mundo real, pero también de mundos inventados o fantásticos sacados de videojuegos, libros o de cualquier otro sitio. Esta plataforma permite poner marcas y pines en los mapas o imágenes y personalizarlos, así como agregar notas informativas. Con este soporte se ha creado, por ejemplo, un mapa interactivo del Halcón Milenario de Star Wars.

 

→ OpenStreetMap es otro de estos proyectos colaborativos de creación libre de mapas editables, cuyo objetivo es hacer que la información geográfica pública se pueda usar y compartir libremente. Esta plataforma tiene la ventaja de ofrecer más detalladamente zonas urbanas, ya que otras como Google Maps no profundizan tanto a nivel callejero.

¿Y para qué pueden servir estos wiki mapas? Pues para planear un viaje, marcar sitios de interés para ir con amigos, apuntar qué lugares has visitado y cuáles no… Y si eres más imaginativo o te gusta escribir puedes usarlos para crear mapas ficticios y recrear las rutas de tus personajes o los de un libro, serie, etc. Seguro que si lo pensáis se os ocurren más usos prácticos con estas herramientas.

Para terminar, os dejo algunos mapas desarrollados con la tecnología de Google Maps que, aunque no son colaborativos, están muy trabajados y son curiosos. Pinchad en ellos para explorarlos:   

 

 

 

 

 

Trabajar colaborativamente nunca ha sido tan fácil.

Todos, o por lo menos casi todos, sabéis qué es o habéis oído hablar de Google Documentos de Google Drive. Pero hoy os voy a hablar de otras aplicaciones de características similares y que posiblemente puedan ayudaros en un futuro.

Me estoy refiriendo a un determinado tipo de aplicaciones: aplicaciones web colaborativas. Son aplicaciones que se adaptan al momento que vivimos y a nuestras necesidades, estamos hablando de unas aplicaciones colaborativas que han redefinido nuestra manera de trabajar.

Podríamos decir los motivos por los que decidimos recurrir a estas aplicaciones se pueden resumir, que a grandes rasgos, en los siguientes tres puntos:

• Para hacer uso de ellas tan solo necesitamos tener a nuestra disposición un ordenador, tableta o similar con acceso a Internet. Algunas de estas aplicaciones colaborativas ofrecen su servicio de forma gratuita, solo requiere que nos registremos con un correo electrónico. O si lo prefieres, puedes hacerte una cuenta de pago o “alquilar” el servicio por un tiempo.
• Son sencillas de manejar, no se requiere ser experto en informática. Normalmente es suficiente con tener conocimientos básicos, son similares a otras páginas que usamos en nuestros día a día, como pueda ser el correo.
• Facilita el trabajo en grupo. Permite el uso entre varios usuarios al mismo tiempo, incluso su acceso desde cualquier lugar como pueda ser el trabajo, desde casa o una cafetería; o soporte, ya sea un ordenador de sobre mesa, un portátil, tableta o móvil.

Lo cierto es que los dos ejemplos que os voy a exponer a continuación tienen un rasgo en común, y es que ambos son factibles para emplearlos si te dedicas al mundo del periodismo o la comunicación audiovisual. A continuación os dejo los dos ejemplos:

Quip  →  Bajo su lema “Trabajo  con personas, no con archivos”, nos encontramos con un de programas que permiten la colaboración entre diversos usuarios desde cualquier dispositivo, aumentando o potenciando la productividad y haciendo que la comunicación sea más eficiente. Estamos ante un programa de interfaz sencilla, que favorece que la colaboración sea fluida y que pone al abasto de todos diferentes herramientas que se combinan entre si, como el chat, las hojas de cálculo y documentos, o listas de verificación entro muchos otros.

     

Writer Duet  → Estamos ante un programa colaborativo pensado y creado para los amantes de la escritura. Un número indefinido de escritores podrán trabajar sobre un mismo documento, al mismo tiempo o en el momento en que les llegue la inspiración.

Writer Duet ofrece la opción del vídeo chat o la “vídeo llamada” combinado con los mensajes de texto y las notas, todo ello sin salir de la página en la cual estamos desarrollando nuestro trabajo. Aquí os dejamos un pequeño vídeo de presentación dónde se ejemplifica lo que acabamos de decir.

El autoguardado, ver los cambios que realizan otros usuarios, poder conectarte desde cualquier lugar, en el momento que desees y colaborar con las personas que quieras son algunas de las características más significativas de estas aplicaciones colaborativas.

Ahora ya sabéis de más recursos de los que podéis disponer, y como os habréis fijado también los podréis usar con otros fines, por ejemplo si sois estudiantes.

Pero lo que yo quiero es que reflexionemos sobre una determinada cuestión, ¿es esto algo beneficioso en todos los aspectos? Es cierto que estas aplicaciones colaborativas nos han facilitado el trabajo en muchísimos aspectos, y no solo a la hora de trabajar conjuntamente con otras personas desde puntos geográficos diferentes cuando las condiciones no son favorables a otra opción, sino que también favorece a la transmisión de información en diferentes soportes (audio, video, documentos, etc.).

También hemos de ser capaces de identificar los aspectos negativos que estos son capaces de inculcarnos inconscientemente pero que cada vez están más presentes en nuestra conducta. Un claro ejemplo es que se está anteponiendo el trabajar con otras personas virtualmente y dejando en el olvido el trabajar conjuntamente de una forma física.

Yo soy de las personas que sigue pensando que si existe la posibilidad de quedar para llevar a cabo un trabajo conjunto hay que aprovecharlo y quedar, no son la misma experiencia y  ni los mismos resultados los que se obtienen en comparación al trabajo virtual que uno puede hacer desde casa. No existe esa dinámica grupal, ese  feedback o espontaneidad propia de un trabajo de esas características.

Y os preguntareis ¿por qué dice esto? Fácil. Actualmente no estamos acomodando demasiado a las facilidades que estas aplicaciones nos proporcionan, tanto que preferimos quedarnos en casa y  trabajar a distancia. Estoy segura que alguno de vosotros ha dicho “mejor quedamos a una hora y nos conectamos todos en drive y vamos haciendo el trabajo”, o “creamos un documento en línea y ya vamos haciendo ahí cuando podamos”, cuando la realidad es que podrías quedar perfectamente para ir a algún sitio donde trabajar mano a mano. Esto es cada vez más común, sobre todo en las nuevas generaciones o las más jóvenes. He de reconocer que yo misma empiezo a ser de esas personas, nos hemos hecho más “comodones” en este aspecto.

¿Habéis incorporado estas herramientas en vuestra vida? ¿Conocéis alguna otra aplicación colaborativa en esta línea que aporte alguna opción diferente o novedosa?

¡Queremos saber que opináis al respecto!